Por Fabricio Guerra Salgado

El 30 de octubre de 1974 se llevó a cabo la pelea por el título mundial de boxeo de los pesos completos entre George Foreman y Muhammad Alí. Junto a cronistas tan recordados como Hunter Thompson o George Plimpton, el reconocido escritor Norman Mailer presenció el combate en primera fila y a pocos metros del cuadrilátero.
Mailer narra con prolijidad periodística y exquisitez literaria los múltiples aspectos de la contienda, escenificada en el antiguo Congo Belga, el Corazón de las Tinieblas de Conrad, centro de la trata de esclavos y del comercio de marfil. Renombrado como Zaire, tras siglos de colonialismo europeo, el país se encuentra al mando de Joseph Mobutu, arquetípico dictador africano, cleptócrata y depredador, que llegó a gobernar por más de tres décadas.
Certera resulta la descripción acerca de Don King, el legendario empresario boxístico, de quien el autor destaca los ojos centellantes, el peinado extravagante y las peroratas. King, un antiguo presidiario, echa mano de una desopilante retórica, citando con poco rigor, a Kant, Marx, Freud, Sartre y Nietzsche.
Don King se alió con Mobutu para llevar la pelea a tan lejanas tierras, asegurándole, a cada púgil, una ganancia de cinco millones de dólares, mientras la inanición consume a la mayoría de los zaireños, quienes ven en Alí al héroe de la negritud, al abanderado de los carenciados. Es que, si de oratoria y artificios discursivos se trata, Alí se lleva todas las coronas.
Originalmente bautizado como Cassius Clay, en los años sesenta se convirtió al islam, cambiando su nombre y negándose a acudir a la guerra de Vietnam, por lo que fue suspendido de la actividad profesional y despojado de los logros obtenidos. Desde entonces, se dedicó a denostar al establecimiento americano y a burlarse de sus oponentes. A Foreman lo tildó de lacayo de los blancos, en tanto que él, cuan político en campaña electoral, se proclamó valedor de los negros y los pobres, fotografiándose con ellos en las calles de Zaire.
Ya en el ring, Alí siguió jugando la carta psicológica, y contra cualquier pronóstico, terminó noqueando al que se decía, era el hombre más fuerte del mundo. Los detalles de la pelea están contados con total acierto, ajenos a tecnicismos, colmados de sencillez y emoción. Por tal razón, la presente obra trasciende el género de la literatura deportiva para constituirse en testimonio de un apasionante periodo de la historia reciente. La Guerra Fría, el choque de civilizaciones, la mística de África, los derechos civiles o el Black Power, convergen en un relato fascinante en el que pueden hallarse algunas de las claves primordiales de la contemporaneidad.
Intentando alejarse de los hechos y los protagonistas para ganar objetividad, pero a la vez, manteniendo las cercanías, con la finalidad de interiorizarse en los acontecimientos, Norman Mailer se asemeja al más estilístico de los púgiles, quizás al propio Alí, de quien se decía que “flota como una mariposa y aguijonea como una abeja”. La metáfora, bien puede aplicarse también al inolvidable prosista de Nueva Jersey, que supo captar las pulsiones de su tiempo con sutil contundencia.