El romanticismo no surgió de la nada | Leonardo Wild

Por Leonardo Wild

(Colaboración especial para Máquina Combinatoria)

Las corrientes culturales no son producto del intelecto humano. Son un proceso. Surgen de una necesidad tanto individual como social de innovar la lo cotidiano. Es más. A estos procesos el mundo de la crítica bautiza luego con nombres que reflejan la esencia misma de la rebelión que llevó a un cambio en la visión que se poseía de la realidad.

Lo que ocurrió en el caso del romanticismo.

Sus representantes, tanto en el área de la literatura, de la música y de la pintura, despojaron el arte de todo indicio de lógica y didáctica, de sentido común, y se lanzaron al mundo de las emociones, de la exaltación, hasta de lo fantástico.

Durante la época anterior al romanticismo (la era del clasicismo), la lógica y la didáctica había privado a los artistas (y al ciudadano ordinario) de mostrar sus emociones, su genio, se sensibilidad, valorando principalmente lo que se consideraba producto del sentido común.

Del clasicismo al romanticismo

Lo curioso es que el clasicismo había hecho algo parecido con los aderezos que envolvían las obras del período barroco, barriendo con ellos en favor de un estilo más parco y, para aquel entonces, considerado más práctico. Conocido como el “Gran Siglo”, el período de la historia francesa que se extiende desde 1610 hasta 1715, tuvo la cualidad de depurar de la conciencia humana el genio y la creación. Se lanzó por el lado de la disciplina, del rigor conceptual, de la estilística, creando así un realismo estetizante que rendía culto a la forma y a la razón.

Encontrando el espíritu nacional

Los románticos decidieron pues (no de sopetón, pero sí como una reacción paulatina a los excesos del clasicismo), arrasar con tanta frialdad, con tanta moral austera, y dieron rienda suelta a sus sentimientos.

El período romántico se extendió por Europa como una actitud ante la vida y un movimiento cultural que se reflejaba hasta en la manera de vestir. Visible ya sus frutos en el último cuarto del siglo XVIII, alcanzó la plenitud en la primera mitad del siglo XIX.

El romanticismo histórico

La primera etapa se la conoce como el romanticismo histórico, el cual se superpone al ya existente romanticismo popular caracterizado por ser un movimiento cultural de las minorías. Pues antes de que se tradujeran las obras de François-René de Chateubriand y Walter Scott, ya había existido un sentimiento colectivo romántico que luchaba contra el Imperio napoleónico.

El romanticismo histórico se clasificó, además de lo ya mencionado, por la creación de obras originales cuyos principales elementos eran precisamente los afectivos, incluyendo a la misma naturaleza en su desenfreno.

El interés de los artistas de la época del romanticismo histórico se centró en los temas que reflejaban las historias de las guerras y de los ideales cristianos. Huyeron en el tiempo retomando los ideales de la Edad Media y del barroco —desechados durante el clasicismo— y fueron en busca de los llamados “valores nacionales”.

El romanticismo liberal

El romanticismo liberal, por otro lado, nació allá por la década de los años veinte del siglo XIX. Se caracterizó por ser prácticamente una fusión entre el liberalismo y el romanticismo histórico. De este último tomó todo, menos su espíritu católico y su tradicionalismo.

El valor supremo del romanticismo liberal fue precisamente la libertad y el secularismo, sentimiento expresado contundentemente por Victor Hugo en el prólogo de Hernani: “libertad en el arte, libertad en la sociedad; he ahí el doble objetivo”, y por Mariano José de Larra: “libertad en la literatura, como en las artes, como en la industria, como en el comercio, como en la conciencia. He aquí la divisa de la época”.

El romanticismo en Hispanoamérica

El romanticismo se trasplantó a Hispanoamérica hacia la mitad del siglo XIX, y se prolongó hasta finales del mismo siglo, llegando así a enlazarse con el modernismo.

Mientras que el arte de las antiguas colonias había dado (en la gran mayoría de casos) la espalda a la naturaleza, con el avenir del romanticismo los artistas se lanzaron a una exploración de los paisajes de América, tanto de sus ríos, selvas y montañas, como de su gente y de las peculiaridades raciales y sociales de este Nuevo Mundo.

El proceso cultural conocido como romanticismo es, en otras palabras, una reinvención del poder de las emociones humanas en el arte y en la vida, presentadas de manera que lo sentimental tiene más valor que lo intelectual.


Leonardo Wild. Escritor ecuatoriano-norteamericano. Estudió en Lord Fairfax y Nova College, Virginia. Escribe ciencia ficción desde 1996. La primera fue escrita en alemán, Unemotion (1996) la cual fue recientemente publicada en español bajo el título de Yo artificial (2014). Entre sus obras se tiene: Oro en la selva (1996); el ensayo: Ecología al rojo vivo (1997); Orquídea negra o el factor vida (1999); Cotopaxi, alerta roja (2006). Más recientemente ha publicado una reedición de su novela El caso de los muertos de risa (2019).


Foto portada tomada de: https://bit.ly/3JnWkSy

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