Esperanza | Carlos Santiago Quizhpe Silva

Por Carlos Santiago Quizhpe Silva

(Colaboración especial para Máquina Combinatoria)

Andrea tiene la edad de las mariposas, el rubor de las rosas, el vestido del rocío y la sonrisa de los girasoles.

Su mirada café endulza el carmín de la tarde y tiñe su piel de azucenas. Los aljófares de la noche pintan diademas en su cabellera y en sus mejillas visten de tul, los besos de la luna.

Ayer, mientras la lluvia dibujaba su rostro en mis pupilas y el rumor de las cigarras entumecía mi alma, mis pensamientos taciturnos como noctámbulos búhos se posaban en su ventana y tras las cortinas de seda tiernamente fisgoneaban.

Deja caer su vestido de princesa y desata su moño de exótica geisha, se recuesta sobre su cama y cubre su cuerpo de fábulas.

Cierra los ojos –manantiales glaucos donde se bañan los unicornios– y estoy a su lado como la sombra de un clavel atado a su pelo, como una estrella en la ribera de su sistema planetario, como la paleta que acaba de pintar un lienzo de Frida Kahlo.

Apoya su cuerpo de violín caoba sobre mi regazo, esperando que mis dedos toquen sus cuerdas; que mis golondrinas abracen su verano y tejan un poema en las líneas sagitales de sus manos. La alquimia de sus besos borra las lágrimas de las campanas que doblan en mi cielo y en su mar violeta naufraga mi libertad en cautiverio. Deshojo margaritas de sus labios y bebo vino y miel del hontanar de su vientre, mientras cuaja la luna una botella de leche, un poema y una lágrima de sal.

Acaricio su cabello y enredo en su boca una promesa de amor que quizá naufrague en los años. Tejo en su corazón un minuto, una alegría, una oración junto a un lápiz, a una rana y a una telaraña azul.

No imagino esta ciudad enferma sin el calor de su alma; los arupos sin sus mariposas. No imagino esta ciudad sin su catedral, sin su Navidad, sin el vals de sus gardenias, sin el perfume de su aura.

En la arena grabo su nombre con luz iridiscente de una estrella, con la pluma de un ave vagabunda y la sangre de una caracola.

El sol tiñe de crema la mañana, Andrea abre sus ojos lentamente y mi figura etérea se desvanece como incienso de sus brazos, de sus labios, me convierto en una lágrima inexplicable de sus ojos, en el ábrego que roza su piel, en el recuerdo que se ahorca en la memoria.

—¿En qué piensas Michelle?

—¡En nada!… ¡en nada! —alcanzo a musitar—, sus labios se humedecen con el café, mientras la lluvia cae por el boulevard de los recuerdos y las golondrinas se refugian en sus límpidas pupilas.

Y dibujo en mi café su perfil de álamos rosados e hilvano una poesía con el vaho celeste de su alma, de su aroma de Venus, como quien intenta besar la luna reflejada en un cristal.

—Es tan largo tu silencio que apenas escucho tu respiración —murmuró Andrea con una breve sonrisa—. Tu corazón es como una tímida mariposa que tiene miedo de volar porque le asusta la inmensidad del cielo y tiene miedo de caer, continuó.

¿En qué piensas Michelle?


Carlos Santiago Quizhpe Silva. Nacido en Loja (abril de 1982), en el 2009 alcanzó el Primer Lugar en la Bienal Nacional de Relato, Juegos Florales en Ambato, además de quedar finalista en el Primer Premio de Relato de la revista literaria Poesía + Letras de las Islas Canarias (España). La Fundación CAJE le otorgó la condecoración al Mérito Cultural y Literario en la gala de jóvenes más sobresalientes de 2009, y ha sido invitado a varios encuentros nacionales de relato y poesía. Obras Publicadas: Réquiem por los pájaros (cuentos, 2008), Cristales rotos (relatos, 2010), Y serás poesía (2014). carlos_quizhpesilva@yahoo.com


Foto portada tomada de: https://bit.ly/3Vw8XAL

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