Por Diego Alejandro Gallegos Rojas

Bernardita te recuerdo leyendo Las olas de Virginia Woolf, y me transporto hacia las olas de Benidorm que esta noche se va de marcha, de fiestera fiesta, de rumbera rumba.
Bernardita es signo de agua, de sirena, de mar, de océano, de marea, de olas, de cataratas, de remolino, de tempestad, de lluvia, de sal… Dicen que Piscis es el signo de los escritores, de los poetas… Bernardita lo es.
Bernardita sigues leyendo a Virginia, Las olas, tus olas, sus olas, las de ellos, nuestras olas, la de todos. Olas que se agitan como las hojas del libro de Whitman o del mismo Pessoa o de Pavesse. Pero esas olas ya no las lees desde Benidorm. Ahora lo haces desde Barcelona, porque las olas te acompañan, no te dejan, te atrapan en su vaivén, que vienen y van, que van y vienen como Las olas de Virginia que te sumergen en su monólogo interior, y te zambulles en el mundo marino, de agua y espuma del Mediterráneo catalán, del Mediterráneo español, con sol, mucho soleado sol, “Con todos los soles lejanos”, lojanos de nuestra Loja, lojana, lejana, cercana…
La vida es como las olas, algunas veces tempestuosas, caóticas, agitadas, y otras veces, tranquilas, pacíficas, calmadamente calmadas.
Bernardita descifras el canto de los pájaros a través de tu corazón corazonado. Le cantas al viento que te visita por la brisa mañanera de Benidorm que se despierta aún con sueño malsoñado, mal dormido por la farra noctámbula, nocturna, de su última y primera bohemia.
Bernardita es metáfora pura. Su poesía es universal. Ella no necesita ganar grandes y rimbombantes premios. No le hacen falta. ¿Para qué? Como si solo a través de los premiados premios, de concursados concursos se demostrara el talentoso talento, que Bernardita, sí lo tiene y de sobra, porque Bernardita es ella misma poesía, la poesía de todas las poesías.
Bernardita deshojas las palabras y las ensartas con tus versos que riman con tu vida y la de otras tantas vidas vividas sin prisa, o a veces, a la ligera. Pero no importa. Bernardita alumbras con tu sol de todos los soles, tu poesía, con la “Biografía de todos los pájaros” que te habitan y deshabitan…
Bernardita tiene un extraordinario sentido del humor, que es el gran sentido de su vida, de la vida.
Bernardita los mejores reencuentros son los no planificados, los improvisados, los repentinos, los que llegan de repente, sin una cita previa, sin un lugar preciso, perfecto. Aquellos reencuentros que no dicen la hora ni el día, ni el año para el reencuentro, esos son los verdaderos y mejores reencuentros. En donde nos reencontramos tal como estamos, despeinados, apurados, cansados, ojerosos o muy bien arreglados para la intemperie.
El reencuentro nos reencontró, no en el liceo poético de Benidorm. Ni en una biblioteca desteñida, ni en una renombrada librería o en una librería sin nombre o firmando libros… Nos reencontramos en la Av. Manuel Agustín Aguirre entre la 10 de agosto y José Antonio Eguiguren, en Loja, donde naciste, donde nacimos, donde el río Malacatos escuchó nuestra conversación. ¿Te acuerdas?
No sabíamos si éramos los mismos. Si tal vez eran nuestras sombras asombradas, apuradas las que se reencontraban después de varios años. O nuestras voces que nos gritaban: “¡Nunca nos fuimos! ¡Aquí estamos de nuevo!” Y sí, como si fuéramos dos extraños muy conocidos, reconocidos nos reencontramos en la tertulia poética de la calle, del asfalto mojado. Ahí supe que habías regresado a Loja, a nuestra Loja, lojana, lojanísima. Y ahí me contaste que habías retomado los estudios de Literatura, en la “Nasa”, como le decimos los lojanos y no tan lojanos a la Universidad Nacional de Loja.
“Te cuento que Merceditas está estudiando en la escuela Eliseo Álvarez, la que está por la plaza de San Sebastián”, así me dijiste. Recuerdo que la conocí a Merceditas cuando tenía tres o cuatro añitos. Merceditas nadaba con flotador en una de las piscinas de Benidorm. Y que lleva el nombre de tu mami, la señora Merceditas quien siempre nos recibía con su amplio y generoso corazón en su casa de Sauces Norte. Y de Daniel, tu hijo mayor, me contaste que se quedó allá en Barcelona, con su violín, con su música, sus composiciones, que se quedó “con todos los soles lejanos” de tu poesía y de otros tantos poemas azulados-desazulados. Dany como así le decimos a tu primogénito se quedó enraizado en el Mediterráneo mar del mar Mediterráneo.
Es verdad, la señora Literatura tiene grandes tesoros escondidos que si no los destejemos de las telarañas del olvido siempre vivirán olvidadamente olvidados hasta por el olvido. Y menciono esto porque recuerdo también que emocionada me dijiste: “Estoy buscando en alguna biblioteca de Quito información sobre Héctor Manuel Carrión”. Sin necesidad que te pregunte, me explicaste que es el hermano menor de Benjamín Carrión y que te había gustado tanto los poemas que leíste, por lo que necesitabas conocer más poesía de él.
Después de algunos años de este reencontrado reencuentro me enteré que tu investigación la publicaste. Y ese es tu gran mérito Bernardita, porque desde tu humilde humildad rescataste del olvidado olvido a un poeta, a un gran poeta lojano, ecuatoriano que por ti vivirá viviendo a través del estudio introductorio y la compilación de la obra que realizaste del poeta Héctor Manuel Carrión Mora.
Bernardita ya no está en Loja de Ecuador. Regresó a la Barcelona catalana, a la Barcelona española en donde participa como invitada de recitales poéticos, representado a la patria chica, a nuestra Loja, a nuestro Ecuador. Se escucha su voz, su poesía trasciende. Y el 29 de abril de este año concluyó sus estudios de doctorado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad Autónoma de Barcelona y disertó su tesis: “L´imaginari animal en l´escriptura de César Dávila i de Kelver Ax: una aproximació a la pòetica fluvial andina”, cuyo título de la tesis no es que esté mal escrito, sino que está redactado en catalán de Cataluña.
Y hoy domingo, 7 de agosto del año 20022, mientras a mi manera te recuerdo recibo a mi WhatsApp una foto tuya donde te acompañan jóvenes de toda Europa, estudiantes de español, quienes están en una residencia estudiantil de la Universidad Pompeu y Fabra. “Son súper estudiosos, no sé cómo me aguantan cinco horas seguidas”, así me dices Bernardita, es que nadie se cansa ni se cansará de escucharte. Para tus estudiantes debe ser un privilegio que seas tú la profesora de español.
Bernardita eres la primavera de todas las primaveras, el cielo de todos los cielos, el poema de todos los poemas….
Te recuerdo así Bernardita.
Diego Alejandro Gallegos Rojas (Loja-Ecuador). Ensayista y escritor. Máster en Derechos Fundamentales, Universidad Carlos III Madrid, España. Especialista Superior en Derechos Humanos Instructor de Desarrollo Humano, Mozambique, África. Observador Internacional de Derechos Humanos como Acompañante Ecuménico en Palestina e Israel. Como escritor ha publicado el libro de cuentos La orgía de los gusanos (2017).