La esperanza, una herida | Alexis Cuzme

Por Alexis Cuzme

(Colaboración especial para Máquina Combinatoria)

Una de las obras que ha pasado casi desapercibida dentro del panorama nacional literario y de escasos medios especializados en el área, ha sido Lo Inextinguible (Campaña de lectura Eugenio Espejo, 2019) de Jakk Cabrera. Si bien esta obra obtuvo una mención en el concurso de novela corta La Linares de 2019, su proyección ha carecido de lecturas que den más luces sobre la misma.

Sin embargo, esta novela, corta en su historia, intensa en su trama y acelerada en el recorrido de sus personajes, es interesante desde su postura de relato fantasmal, donde el amor y el deseo, dentro de la radicalidad de situaciones a la que se ven abocados sus protagonistas, no hace más que retratar las distintas situaciones en las que parejas intentan sobrevivir a sus pasiones.

Novela donde el amor y el deseo se encuentra en constante lid, donde el engaño o la búsqueda de otras pasiones, parecen ser las únicas excusas de sus personajes, pero persiste un ambiente lúgubre, un aura de decepción, de batallar ante una constante desidia, de abandonarse a una nada que avanza y aprisiona a sus personajes en un triángulo de amor y vacío.

Así se mueve Lo Inextinguible, como ese inagotable retrato de un hombre al que el amor actual ya no le es suficiente, que ha regresado a un amor del pasado, al que la voz narrativa cuestiona: “¿Por qué la buscaba?, era ya una herida seca, una sombra o un tatuaje y buscar nuevos dolores siempre será un camino recto” (p. 14).

Un dolor que se expande, porque el recuerdo es una herida que no ha cicatrizado; en ella los personajes se aferran como ese recurso de ultimátum, como si en medio de la nada ese punto fuera el universo reducido, su todo. En este vacío sobreviven, se buscan, se hieren, se vuelven a perdonar e intentan retomar lo que el pasado ha arruinado, o lo que sus acciones más torpes han cumplido. Pero no pueden, ese algo que los marcó sigue presente y con furia; uno cargada de resentimiento, que sobrevive en el conjunto de los recuerdos que el dolor ha compactado.

Y es que, en Lo Inextinguible, es el deseo que resalta ante el amor, o quizás el amor disfrazado de deseo, porque no solo es el cuerpo del otro el que se anhela y extraña, también están los momentos, los decires, los secretos compartidos, un todo amalgamado que dice más de un acto sexual. Así lo deja claro el protagonista: “A mí nunca me ha importado tu pasado, Magda, ni los orgasmos que tuviste antes de conocerme, el clítoris tiene su propia memoria y no hay que joderle” (p. 35).

María, otro de los personajes de esta historia cuenta su verdad: “(…) el amor está lleno de esperanzas que después se vuelven fantasmas (…)” (p. 94), porque “(…) solo en los monstruos, solo ahí, suelo buscar el amor…” (p. 95). Así, el amor o su idea desfigurada por los años y las decepciones, no logra darle la paz anhelada.

Ninguno de los personajes de esta historia se encuentra bien, todos muestran cicatrices, costras de sus intentos fallidos ante la felicidad. Y todos, desde la mirada de Alejandro, comparten al final la misma postura: “Mi luto es de humo” (p. 109). Porque de eso va Lo Inextinguible, de un hombre y dos mujeres atrapados en el amor y el deseo, en la necesidad de pertenencia al otro, en el miedo a la soledad, en ignorar todo lo que está en contra y aferrarse a un luto decadente de victimización, donde sonríen con la mejor de sus máscaras.


Alexis Cuzme (Manta, Ecuador, 1980). Escribe y colabora con publicaciones periódicas, ecuatorianas y del extranjero, en temas relacionados a cine, teatro, música, literatura y edición. Fue creador y editor, por quince años, del fanzine metal literario Marfuz. Cocreador y editor del sello independiente Tinta Ácida. Sus más recientes publicaciones son Moshpit (ensayo, 2013), La ruina del vientre sacudido (poesía, 2017) y Phil Anselmo piensa en su yugular (poesía, 2018). http://alexis-cuzme.blogspot.com/

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