Leonardo Chiriboga Correa
(Colaboración especial para Máquina Combinatoria)
Como fieras enjauladas,
contemplaban a la gente,
con el odio que, encerradas,
engendraron para siempre.
Como almas solitarias
sollozaban con desprecio
el haber quedado parias.
Sin un nombre, sin un precio.
Y después, ante un espejo,
de las épocas más raras,
se mostró el mundo viejo
que llevaban en sus caras.
Un sollozo. Un lamento.
En el acto descubrieron
de las almas el tormento
de no ser lo que quisieron.
Y después, todo callado,
el ambiente todo serio.
Y aquel tinte fracasado.
De la vida en cementerio.
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