Por Ximena Pesántez
(Colaboración especial para Máquina Combinatoria)
Mi enemigo soy yo que cargo sobre mi espalda un costal lleno abundoso de emociones, pensamientos y engaños que me roen el corazón y rasgan sus mortíferas pesuñas mi alma. Llevo clavado en mis sienes el horror del sufrimiento y en mi cuerpo día tras día se hunde más la daga del dolor me ahogo en el torrente del imparable llanto que me nubla los ojos y me arrastra lejos de la verdad última a la que todo se somete. No logro ver los aconteceres ni los objetos como son he construido un muro de vidrio polarizado en mi interior me he distanciado de mí y no puedo verme tal cual soy. Enceguecida me arrastro a cuestas por la vida tanteando voy bajo una sombra las apariencias que por los sentidos me espetan las cosas el mundo fenoménico me oculta realidades una mano teñida de tiniebla roza mis labios y se dilata sin titubear sobre mis ojos. Mas alguien dijo: “Ama a tu enemigo” y otro dijo: “Tu enemigo es tu mejor maestro un tesoro que hay en casa” y soltaron sus herramientas. Tomaré esas herramientas apartaré de mí esa mano lóbrega (llena de temor, de confusión y de tristeza) derrumbaré mi muro … me acercaré a mí misma y me comprenderé en la interdependencia. Me comprenderé y comprenderé me amaré y amaré compasiva seré conmigo y con el otro. Entonaré la dulce canción del despertar de la mano dadivosa que se abre trémula del corazón palpitante que se arrulla en las alas de lo místico de los labios trémulos que gustan del pan sagrado de los pies incansables que transitan por el sendero recto de la mente sin mancha que ve la realidad de todo lo que es y de todo lo posible. Entonaré esa canción junto a los pájaros: oboes y violines que trizan las sienes con partituras de bondad. Entonaré esa canción junto a las mariposas: pequeños libros abiertos que se impulsan en el aire y clavan en la mirada vibraciones con las que sonríe la alegría de las cosas puras. Entonaré esa canción junto a las flores: coloridos tapices que se derraman en el vientre vasto de la tierra y ciñen en el alma sus jardines abiertos de esperanza. Entonaré esa canción entrelazando mis manos sobre mi pecho bajo el abrigo de la estrella matutina: cántaro áureo en que se derrama el día cual inmensa vela de luz encendida plena de vida. Me postraré de hinojos y ya sin mácula veré el sufrimiento avergonzado abandonarme y los engaños se desprenderán de mi alma que curará sus heridas con el bálsamo de la piedad. Y … abrirá sus pétalos la felicidad suprema engalanándose con el nacarado rocío de la verdad.
Ximena Pesántez. Popayán 1961. Psicóloga Laboral, poeta y mentor de poesía en inglés. Premio “Maruja Escobar” otorgado por la Asociación de Ecuatorianos Residentes en México en 1994, con el poema “Manto Quiteño”. Premio Nacional de poesía “Cesar Dávila Andrade” otorgado por el Centro Cultural Palacio del Poeta en 2019, con el poemario Desde el Balcón de las Palabras. Primera Mención al Mérito Poético otorgado por el Centro Internacional de Estudios Poéticos en 1919, con los poemas “Mis Claveles Iracundos” y “Ecuación”. Publicaciones: Partners in Rhyme: An Anthology of Contemporary Poetry (Varios autores, 2016) y Desde el Balcón de las Palabras (2018). Desde el 2017 socia activa del Ateneo Ecuatoriano, entidad dedicada a la difusión del Arte y la Ciencia. Desde el 2019 miembro de la Sociedad Ecuatoriana de Escritores, entidad dedicada a la difusión de obras literarias. Cursos de poesía en inglés: “Modern and Contemporary American Poetry” (2014 y 2016) y “Sharpened Visions: A poetry Workshop” (2016). En este último, invitada a ejercer como mentor, actividad ejercida desde el 2017.

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