Por Leonardo Wild
(Colaboración especial para Máquina Combinatoria)
A diferencia de la ciencia ficción, que muchos confunden con la fantasía y viceversa, el género literario conocido como “fantasía” no requiere para su trama o trasfondo elementos científicos, como es necesario en la ciencia ficción. La fantasía se basa en mitologías y en creencias de pueblos cuya relación con la Naturaleza fue o sigue siendo directa.
Al contrario de la mitología per se, cuyo centro son los dioses y aquellos seres con el poder y el derecho innato de mover a los mortales como fichas de algún juego, la fantasía trata sobre aquellos entes subterrenos nacidos del vientre de la Madre Tierra, criaturas que luchan por un Bien, o al menos contra lo contrario, que vendría a ser el Mal.
La fantasía clásica
La fantasía clásica recoge elementos de los mitos y las leyendas de Inglaterra y Europa, y por lo general juega en ámbitos con tinte medieval. Castillos, elfos, enanos, gigantes, ogros, árboles que caminan, bosques inteligentes, todos estos son elementos que aparecen una y otra vez en la fantasía, al igual que los dragones, las espadas mágicas, los maleficios y los magos, los hombres-vampiro, la magia…
Pero en realidad, la fantasía no es producto de esa época. Mas bien nació como género literario cuando la ironía de nuestros tiempos intentaba recontar las viejas historias dándoles un toque de lógica moderna.
¿Pero por qué hacer semejante cosa?
Pues porque en el fondo de nuestros corazones yace aún la necesidad de revivir un mundo donde la magia de la vida tenía un rol importante, aquella magia que murió con la tecnología, con la ciencia mecanizada.
En busca de mitos “nuevos”
Últimamente existe toda una moda de crear mundos fantásticos basados en las leyendas y los mitos de pueblos no-europeos. Los libros de J.R.R. Tolkien, con sus elfos y hobbits, con anillos mágicos y los poderes del Bien y del Mal enfrentados en batallas sangrientas, han dado paso a un nuevo estilo.
Tan utilizados han sido los elementos de los mitos europeos, que han llegado a ser cliché. Lo más triste es que por medio de la literatura los están matando por segunda vez.
Por eso los autores se han visto obligados a buscar nuevas fuentes de magia, recurriendo a las leyendas del Asia, de las Américas, a los poderes oscuros del continente africano.
Ahora intentan revivir al bosque con sus sombras y voces misteriosas, procuran dar un soplo de vida a los seres que se alimentan de raíces y huelen a musgo, que se convierten de animales a humanos y viceversa, pero de una manera que refleje los miedos actuales; el miedo al totalitarismo, a una ecología desequilibrada, a los problemas interraciales…, a la pérdida de un sentido en la vida.
John Boston, en su libro Desnudos vinieron los Sasquatch, funde el mundo moderno con la leyenda indígena de Pie Grande (también conocido como “Sasquatch”). Y no se queda ahí. El Hombre Lobo es otro de sus personajes, que en el mundo moderno aparece como un millonario cuyo secreto es la vida eterna, siempre y cuando funda su alma maldita con los cuerpos de los mortales. Y su intención es forzar a su enemigo, un simple humano, a quedar bancarrota (y a quitarle su chica).
Otro autor, Frederick Hetmann, de origen alemán, utiliza los elementos de las creencias chinas y japonesas de gente que puede, gracias a la meditación y a las tantras budistas, crear sus propios “agujeros negros” y viajar de la Ciudad Prohibida en la China a Nueva York.
En Alemania un libro como El salvaje parque del olvido de Hetmann no es más que fantasía, pero en ciertos rincones de la China aún se vive con la sensación de que estos maestros, cuyos poderes les permiten unificarse con la Nada, realmente existen en los conventos Zen-Budistas.
El día en que la vida pierda su magia
Me pregunto: ¿Qué sucederá cuando los pueblos considerados como “aborígenes” o “subdesarrollados”, pueblos que siguen tratando a sus individuos del “mal del ojo” y otras aflicciones producto de magias o poderes naturales, dejen de hacerlo? ¿Buscarán, como en Europa y Estados Unidos, una nueva fuente que explique lo inexplicable de la vida, una fuente de misterio llamada “fantasía”?
Tal vez no quede más remedio, pues cuando las huacas indígenas hayan sido espantadas por las autopistas y las torres de radio, cuando los catchinas de los Hopi hayan decidido buscar otro mundo donde sí les presten atención los mortales, no quedará más remedio que revivir por medio de la literatura un mundo que ha dejado de existir, un mundo donde la Naturaleza y la magia tenían (en cierta época muy, muy lejana) su audiencia.
Leonardo Wild. Escritor ecuatoriano-norteamericano. Estudió en Lord Fairfax y Nova College, Virginia. Escribe ciencia ficción desde 1996. La primera fue escrita en alemán, Unemotion (1996) la cual fue recientemente publicada en español bajo el título de Yo artificial (2014). Entre sus obras se tiene: Oro en la selva (1996); el ensayo: Ecología al rojo vivo (1997); Orquídea negra o el factor vida (1999); Cotopaxi, alerta roja (2006). Más recientemente ha publicado una reedición de su novela El caso de los muertos de risa (2019).

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