Por Carlos Enrique Saldívar
(Colaboración especial para Máquina Combinatoria desde Perú)
El niño de doce años se acercó a sus padres, quienes veían el partido de fútbol: Perú versus Paraguay en la televisión. Les dijo:
—Papá, Repsol provocó un horrible derrame de petróleo en nuestro mar, es un desastre ecológico, el más grande de todos los tiempos.
Nada.
Sus progenitores gritaron: ¡GOOOOOOL! El equipo peruano empataba 1 a 1 con el conjunto rival. Después de ganarle 1 a 0 a Colombia con gol del Oreja Flores y, tras empatar 1 a 1 con Ecuador, con gol del mismo jugador, la blanquirroja estaba a un paso de entrar al Mundial Qatar 2022. Los dos adultos se hallaban totalmente concentrados en la pantalla y no se percataban de la presencia del mayor de sus cuatro hijos.
—Mamá —dijo el niño—. El Congreso ha dado total autonomía a las universidades, la SUNEDU será eliminada, cualquiera podrá poner su centro de estudios superiores, aunque ni los profesores ni las clases tengan calidad.
Nada.
—Papás, el Presidente ha puesto como premier a un golpeador, misógino y fascista, y nuestro primer mandatario ha mencionado en una entrevista internacional que «recién está aprendiendo a gobernar». También mencionó en otra entrevista que pondrá a referéndum una norma a favor del país vecino que provocaría un riesgo en la soberanía de nuestro mar, que, por cierto, se halla contaminado, y el petróleo se extiende.
La mamá empezaba a notar algo que hacía ruido a su lado.
Gol de Paraguay.
El hombre y la mujer comenzaron a decir lisuras. Por poco patearon el televisor.
—Papás, estoy viendo que el Premier ha renunciado por presión de la ciudadanía y el Presidente ha convocado a un nuevo gabinete.
Gol de Perú.
—¡GOOOL, CONCHASUMADRE! —gritaron los adultos al unísono.
—Papás. Repsol se ha aprovechado de las leyes de nuestra Constitución para no sanear la tragedia ecológica, no pagará la multa, culpa a la Marina de Guerra por no avisarle que había un oleaje anómalo (pese a que unos expertos veleristas dijeron que esto no era cierto) y no posee mecanismos de contingencia para limpiar y solucionar el horror que causaron.
El padre le dijo al niño:
—Hijo, estamos empatados y aún faltan veinte minutos, podemos ganar, ven, siéntate, veamos el partido. Mira, tus hermanos (de diez, –niña–, ocho –niño– y seis –niña) han dejado sus celulares y están acomodándose en los sillones junto a nosotros. Haz lo mismo.
—Papás, la pandemia se ha acelerado, estamos en la cima de la tercera ola, hay más muertos que ayer, más contagiados que ayer; murió un niño de dos años, un bebé de tres meses y, debido a presión del Congreso, el toque de queda se ha anulado, se denegó además la salida de los militares para cuidar las calles. Los congresistas han propuesto que salgan de todas formas, no para proteger. No revelan sus motivos. Un golpe de Estado es posible…
—¡Cállate! —gritó la mamá.
—¡Pareces taradito! —aulló el papá.
Gol de Perú.
—¡GOOOOOOOOOL, CARAJO! —gritaron los tres, incluido el niño, el cual se sentó entre sus progenitores, quienes lo abrazaron y besaron.
El pequeño esbozó una sonrisa. Pensó que los siguientes minutos del partido de fútbol serían muy tensos, aunque Perú debía ganar, esa era la meta.
«Un país entero está de pie, aplaude, llora de felicidad», dijo el comentarista deportivo.
En medio de tanta algarabía, un hecho curioso tuvo lugar:
Los militares irrumpieron en la casa por puertas y ventanas para secuestrarlos, eso sí, aguardarían a que terminara el encuentro futbolístico, luego actuarían.
Eran los soldados contratados por los congresistas. El presidente ya había sido apresado y sacado de Palacio por estas fuerzas ideologizadas. La extrema derecha entraría al poder.
La familia seguía viendo el juego, la pelota voló hacia el arco rival. Estábamos a nada de entrar al Mundial, solo restaba un minuto. Ya árbitro, termina la contienda que tenemos que jurar lealtad a los nuevos jefes de estado y someternos dócilmente.
Y la caja boba seguirá encendida, es más vendrá con nosotros.
Un militar nos indica que en adelante en la TV solo pasarán fútbol, las veinticuatro horas. Y nosotros, los del Pueblo, seremos dichosos con tal medida.
Se terminó el partido, ¡ganamos, ganamos, mierda! ¡Bravo! Ruidos en las casas de los vecinos. Intervenciones en las calles. Solo yo vi los rifles que apuntaban en nuestras caras. No me desmoralicé. Al contrario, me preguntaba cómo íbamos a celebrar.
Carlos Enrique Saldívar (Lima, 1982). Es director de las revistas El Muqui y Minúsculo al Cubo. Es administrador de la revista Babelicus. Finalista de los Premios Andrómeda de Ficción Especulativa 2011, en la categoría: relato. Finalista del I Concurso de Microficciones, organizado por el grupo Abducidores de Textos. Finalista del Primer concurso de cuento de terror de la Sociedad Histórica Peruana Lovecraft. Finalista del XIV Certamen Internacional de Microcuento Fantástico miNatura 2016. Finalista del Concurso Guka 2017. Mención honrosa en I Premio Literario Valle del Pillko. Finalista del Concurso III Antología Tabula Escrita. Publicó el relato El otro engendro (2012). Publicó los libros de cuentos Historias de ciencia ficción (2008, 2018), Horizontes de fantasía (2010) y El otro engendro y algunos cuentos oscuros (2019). Compiló las selecciones: Nido de cuervos: cuentos peruanos de terror y suspenso (2011), Ciencia Ficción Peruana 2 (2016), Tenebra: muestra de cuentos peruanos de terror (2017, 2018, 2021), Muestra de literatura peruana (2018), Constelación: muestra de cuentos peruanos de ciencia ficción (2021) y Vislumbra: muestra de cuentos peruanos de fantasía (2021).

Foto portada tomada de: https://bit.ly/3HsYe3e