Por Miguel Riofrío
(Publicado en la compilación de Manuel Gallegos Naranjo, Parnaso ecuatoriano con apuntamientos biográficos de los poetas versificadores de la República del Ecuador, desde el siglo XVII hasta el año 1879. Quito: Imprenta de Manuel V. Flor, 1879. pp. 471-472)

No rinde al proscrito cobarde tristeza al ir peregrino de hogar en hogar, pues mira extenderse de Dios la grandeza por montes y valles, y el cielo y el mar. Un punto nos quitan, un punto querido, que Patria llamamos con férvido amor; mas, presto encontramos que al punto perdido se sigue en lo inmenso la patria de Dios. He visto cien montes de formas extrañas; hollé mil peñascos con tímido pie; crucé con asombro las rudas montañas do moran las fieras con regia altivez. Al fin, por descanso, sentado a esta orilla, mirando incesantes las aguas pasar, la mente se eleva, se expande y se humilla al ver que aún los siglos son soplo fugaz. Cual vagos enjambres, sagradas memorias de tiempos remotos se vienen aquí; sucesos y nombres de viejas historias en tristes murmullos me da el Telembí. De patrias antiguas allá de otros mundos las linfas corrientes vehículo son, que al nuevo Universo recuerdos profundos, por siempre indelebles le da en tradición. El Gránico, el Misio y al norte el Sangario, el áureo Pactolo, el Ermo, el Halís, a un mundo de guerras, que es hoy solitario, miraron formarse, crecer y morir. Y siguen sus aguas las ruinas bañando, y viendo a los siglos, como ellas correr, y siempre incesantes pasando, pasando, verán a naciones que están por nacer. Recuerdo el Éufrates, el Tigris y el Nilo, con todos sus cuadros de mística unción, que fueron del pueblo de Dios el asilo y luego de larga letal proscripción. Recuerdo el Sinóis que un tiempo de Troada las regias ciudades bañaba al pasar, y ya solitaria su linfa olvidada hoy pasa lamiendo desierto arenal. ¡Oh, cuántos despojos de patria perdida arrastra la riada del tiempo veloz! Un punto es la patria y aún menos la vida; busquemos en lo alto la Patria de Dios.
Miguel Riofrío Sánchez (Loja 1822-Lima 1879). Abogado, político, diplomático, periodista, escritor lojano. Se le considera uno de los fundadores de la novelística ecuatoriana con su obra La emancipada (1846). Pese a su trabajo en la función pública y su sentido crítico, fue encarcelado por su pensamiento político. Fundó “El industrial”, medio en el que hizo labor periodística, por el cual fue un agudo denunciante de los abusos de gobiernos y la corrupción. Sus enemigos políticos hicieron que finalmente se autoexilie en Perú donde siguió publicando en medios nacionales y donde murió.