Por Ximena Pesántez
(Colaboración especial para Máquina Combinatoria)
¡El venado de cola blanca está en peligro!
¡Ha llegado el cazador furtivo!
Ha traspasado con perdigones su cuerpo herido
su cornamenta: recia rama, defenderlo no ha podido.
La vida se ha fugado de la materia
vertiendo llanto amargo la fronda buena,
el bosque pleno de su ausencia
sentirá que el caos asedia.
Ese venado ya no diseminará semillas que preserven
la flora de su entorno cuando se alimente,
ya no germinarán los ojos niños de los brotes sobre el vientre
de la Pachamama triste y doliente.
Los comuneros temen el vacío que su muerte ha creado,
las bestias depredadoras irán tras su ganado…
en tanto natura brama sollozando
y los espíritus del bosque gimen acongojados.
El Pachacamac iracundo y atónito
con los puños cubriendo sus ojos
ha escondido sus lágrimas y sintiéndose solo
ha visto lacerado su corazón en lo más hondo.
Mas esas tórridas lágrimas alimentan
los ríos que henchidos se revelan
e inundan de pesares valles y laderas
tornándolos en mustias agonías y penas agoreras.
La noche gélida dona su luto al bosque
y el dorado Inti acallando de la tierra sus oboes
deviene fuego enardecido falto de amores
donde aflora la más infausta suerte de furias y temores.
Las estrellas con sus cuarzos laceran
el oscuro cielo y la Quilla lívida se asemeja
a un ojo ciego que no desea ver cómo se alejan
de lo sublime los hombres de alma inicua y de dulzuras ajena.
Con tan funesta muerte convulsiona la vida
lanza verduzcas dagas de sus árboles la fronda entristecida
y la Piedad antes tibia y blanca, ahora fría y renegrida
se interna en el bosque con la Esperanza en su regazo escondida.
En los ojos del cazador la lujuria se vislumbra
maquillada toda de sangre con vestido que abunda
en dinero y la soberbia se pasea por su mente dura
dibujándose en el umbral de la ignorancia con premura.
¡Qué se castigue a ese hombre! ¡Tres años no son suficientes!
El ecosistema se queja alterado e impaciente
la flora, la fauna e incluso el agua del torrente
blanco lacerado han sido de manos indolentes.
Yo silente y decidida me adormezco soñando… soñando…
Tal vez algún día con su cola blanca ese venado
se funda conmigo y quedo, pero firme con su vaho
me convierta en un chamán con vara de fuerte palosanto.
Chamán-hado que cuide de los bosques su vida impresionante
extasiándose entre las copas de los árboles
penetrando de flora y fauna sus misterios ancestrales
de su sabiduría vasta y pródiga impregnándose.
Chamán-hado bueno, regente y protector
al que no le falte uno solo de los habitantes portento
de la fronda que ataviada de sinfonía y verdor
destile compasión, alegría y amor.
Ximena Pesántez. Popayán 1961. Psicóloga Laboral, poeta y mentor de poesía en inglés. Premio “Maruja Escobar” otorgado por la Asociación de Ecuatorianos Residentes en México en 1994, con el poema “Manto Quiteño”. Premio Nacional de poesía “Cesar Dávila Andrade” otorgado por el Centro Cultural Palacio del Poeta en 2019, con el poemario Desde el Balcón de las Palabras. Primera Mención al Mérito Poético otorgado por el Centro Internacional de Estudios Poéticos en 1919, con los poemas “Mis Claveles Iracundos” y “Ecuación”. Publicaciones: Partners in Rhyme: An Anthology of Contemporary Poetry (Varios autores, 2016) y Desde el Balcón de las Palabras (2018). Desde el 2017 socia activa del Ateneo Ecuatoriano, entidad dedicada a la difusión del Arte y la Ciencia. Desde el 2019 miembro de la Sociedad Ecuatoriana de Escritores, entidad dedicada a la difusión de obras literarias. Cursos de poesía en inglés: “Modern and Contemporary American Poetry” (2014 y 2016) y “Sharpened Visions: A poetry Workshop” (2016). En este último, invitada a ejercer como mentor, actividad ejercida desde el 2017. E-mail: luxpe61@gmail.com
Foto portada tomada de: https://bit.ly/39rxB0c