Por Mayra Aguirre Robayo
El ensayo La llamada de la tribu describe la cartografía de la evolución intelectual política de ideas marxistas a doctrinas liberales de Mario Vargas Llosa. El escritor se acerca a su militancia de izquierda, a sus lecturas del existencialista Jean-Paul Sartre, a su admiración de la aventura heroica de Fidel Castro en la Revolución Cubana. Se involucra en política con doce años, en octubre de 1948, cuando el golpe militar en el Perú del general Manuel Apolinario Odría derrocó a José Luis Bustamante y Rivero, pariente de su familia materna. En Perú los disidentes fueron encarcelados, asesinados y se evidenciaron en el escritor las desigualdades sociales.
Militancia comunista
En el Nobel peruano nació el odio a los dictadores de cualquier género. Solo en 1952 cuando pasa por sus manos el libro La noche se quedó atrás toma conciencia de las diferencias sociales del Perú. Lo que le llevó a contrariar a su familia e ingresar a estudiar en la Universidad pública San Marcos, en 1953, Letras y Derecho. Prefirió a la privada Universidad Católica. Militó un año en el Grupo Cahuide donde recibió las primeras lecciones clandestinas sobre marxismo, leninismo, Politzer y el culturalista marxista peruano José Carlos Mariátegui. Sus lecturas sarteanas le defendieron del dogmatismo sectario de los comunistas. Para su generación, los ideales fidelistas contra la dictadura corrupta de Batista y las posibilidades de ser socialista y no sectario dio acogida a la Revolución Cubana en el mundo entero.
En noviembre de 1962 fue enviado como periodista por la Radiotelevisión Francesa a La Habana a cubrir el desembarque inminente de los marines. En el Malecón, los pequeños cañones antiaéreos bocachicas eran manejados por jóvenes casi niños que aguantaban sin disparar los vuelos rasantes de los Sabres norteamericanos, la radio y la televisión daban instrucciones a la población lo que debían hacer cuando comenzaran los bombardeos.
Nace el liberalismo
Al escritor le recordaba la emoción y el entusiasmo de un pueblo libre y esperanzado que describe Orwell en Homenaje a Cataluña cuando llegó a Barcelona como voluntario al comienzo de la Guerra Civil Española. Su ruptura con Cuba y con el socialismo vino a raíz de caso de Herberto Padilla, activo participante revolucionario, llegó a ser viceministro de Comercio Exterior. No le permitieron criticas al régimen y lo encarcelaron con acusaciones de ser agente de la CIA.
A Vargas Llosa le apartaron del marxismo la creación en Cuba de las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción) que escondía los campos de concentración; donde fueron mezclados contra-revolucionarios, homosexuales, delincuentes comunes. En su invitación a la URSS, en 1968, a una conmemoración al escritor Pushkin, percibió claustrofobia colectiva debido a la falta de información nacional e internacional que le dejo mal sabor en la boca. Se imaginó si fuera ruso, habría sido disidente-paria o habría estado pudriéndose en el Gulag. Ni Sartre, ni Simone de Beauvoir, ni Tiempos modernos de Chaplin no le convencieron a Vargas Llosa que las desigualdades rusas se daban en función del poder.
Asumir el liberalismo le llevo algún tiempo en lo intelectual. Su viaje a Inglaterra en los años setenta para enseñar en la Universidad de Londres y vivir once años con el gobierno de Margaret del partido Conservador. Vargas Llosa la percibió como una estadista liberal, similar a Ronald Reagan. No aceptaban el aborto, la legalización de las drogas y la eutanasia. A diferencia del escritor. Thatcher no aceptó el colectivismo y la dependencia excesiva del Estado. Le agradaba que se respete la libertad de expresión, las libertades públicas y las elecciones. Le entusiasmó leer como a Thatcher a Karl Popper (Viena, La sociedad abierta y sus enemigos y Camino de servidumbre) y a Friedrich von Hayek (Viena, su magna obra es La constitución de la libertad) se interesó por la economía y la psicología. Defendió el liberalismo, la empresa privada y el mercado.
Vargas Llosa considera que el liberalismo no es dogmático, ya que la realidad es compleja y a menudo las ideas y los programas políticos deben adaptarse a la realidad para tener éxito, en vez de sujetarlas dentro de esquemas rígidos; lo que suele hacerlos fracasar y desencadena la violencia política.
Al referirse a Adam Smith (nació en 1723 en Edimburgo) lo ubica, no solo como padre de la economía, sino como un moralista y un filósofo. Escribió una Historia de la astronomía. Al español José Ortega y Gasset lo considera como uno de los más inteligentes y elegantes liberales del siglo XX. Afirma que no es conservador. En su obra Rebelión de las masas (1930) critica los rebrotes del nacionalismo en el campo del arte y la literatura.
El judío Raymond Aron (Francia) presenció en Berlín, con el triunfo de Hitler, 1932, la quema de libros en la Universidad Humboldt. Defendió con excentricismo la democracia liberal contra las dictaduras y apeló a la tolerancia. En el opio de los intelectuales considera que es un mito la liberación social por el proletariado, ya que carece de fundamento científico y Jean-Francois Revel (Francia, 1924-2006) igual que Orwell –1984– disparó contra la izquierda. Uno de sus primeros libros ¿Para qué los filósofos?
Bibliografía:
Vargas Llosa, Mario. (2018). La llamada de la tribu. Madrid: Alfaguara.
Mayra Aguirre Robayo. Columnista de La Hora, docente universitaria, periodista, socióloga, crítica de cine y crítica literaria.