Fausto Aguirre | Diego Alejandro Gallegos Rojas

Por Diego Alejandro Gallegos Rojas

 

Fausto Aguirre. Foto cortesía: Alejandro Gallegos.

Fue mi profesor y todavía lo sigue siendo cuando leo su coherente pensamiento que se encuentra impreso en sus artículos, en la infinidad de libros que ha escrito durante su interesante vida.  Y lo sigue haciendo también publicando sus lúcidos y lucidos comentarios en las redes sociales… Así aprendo y  desaprendo lo aprehendido del profesor Fausto.

Sí, fue mi profesor en primer año de Derecho de la Universidad Nacional de Loja, UNL, en la asignatura: Redacción para la Abogacía y con quien analizábamos su libro Gramática para la abogacía. Ahí aprendimos  las definiciones científicas del acento en las palabras: oxítonas (agudas), paroxítonas (graves), proparoxítonas (esdrújulas) y superproparoxítonas (sobresdrújulas). Confieso que fue la primera y última vez que  escuché de estos nombres que me costaron memorizarlos, pero a pesar del tiempo transcurrido no los he  olvidado, como no se olvidan sus enseñanzas, su sabiduría, la sencilla sencillez del educador Fausto.

No fueron las leyes con sus artículos mal digeridos, que todo estudiante y profesional del Derecho debe conocer. Fue la Señora Literatura, el gran pretexto, la que me permitió conocer a Fausto Aguirre, quien es cuencano, pero los lojanos lo hemos adoptado como nuestro y de nadie más, aunque suene pretensioso. Sin embargo,  los hombres que trascienden pertenecen a todas partes, al cosmos, a la humanidad.

Es enero del año 2020. Me recibe en su domicilio ubicado en el sector de La Tebaida Baja, al sur de la ciudad de Loja. Lo acompañan Diego y Paola, los hermanos Ayavaca.  Sin embargo, los libros son su mejor compañía porque no traicionan, no engañan, no mienten, aunque la especialidad de los escritores es que hacen de la mentira verdad, de lo creíble increíble, de lo intrascendental trascendental…

Los libros son su alimento espiritual que lo mantiene activamente activo, vitalmente vital, como lo es su pensamiento, su palabra, su amigable amistad.

Los libros son los amigos sin voz, que sin hablarnos con sus letras nos aplauden o nos regañan, nos condenan o nos salvan.  Y  en cada página que leemos o escribimos  dejamos una parte de la vida, o toda la vida. Y es así como el maestro Fausto Aguirre ha dejado sus frutos maduros en sus estudiantes, en sus colegas, en sus amigos  que lo leen y releen a través de su talentosa pluma, de sus libros publicados, de sus enseñanzas transmitidas en el aula, en la vida.  Y ese es su mejor legado para la posteridad.

Fausto Aguirre antes vivía en el centro de la ciudad de Loja, por la  calle Sucre e Imbabura. Recuerdo muy bien que cuando lo visitábamos con algunos talleristas literarios,  las paredes de todo su departamento estaban llenas como si estuvieran aforradas por estantes repletos de libros y más libros. Si nadie conocía del lugar pensaría muy bien que había llegado a una gran e imponente biblioteca. Lo que indicaba que en ese departamento se respiraba, se transpiraba cultura, academia, intelectualidad. Y que el dueño de los libros tenía y tiene una fortuna invalorable porque los libros son una gran inversión que nutren al alma, al corazón.

Conversamos de sus proyectos literarios, de lo que está escribiendo. Me comenta también de lo difícil que es publicar. Si antes ya lo fue, ahora lo es más, dice.

La docencia, la escritura, la lectura, la literatura son su vocación, su pasión. Y así lo admite, lo reconoce porque disfruta leyendo, escribiendo y reescribiendo sus textos que por ahora los dicta a su secretaria, Ing. Paola Ayavaca.

Fausto es de aquellas personas que inspiran por su grandeza de espíritu,  por su humilde humildad, por su generosa generosidad. En un momento se levanta del asiento y luego me entrega en una funda azulada varios libros de su autoría. Me los obsequia. Le agradezco. Sin duda, es un excelente regalo para un aprendiz de escritor. De mi parte, le regalo mi primer “hijo” de tinta y papel: La orgía de los gusanos. Y sin egoísmo y hasta emocionado me dice que lo leerá con profunda atención.

Fausto no es el personaje de Goethe. Es el Dr. Fausto Aguirre Tirado, quien con su pensamiento, con su personalidad, con la esencia de sus libros engrandece a la vida. Y su nombre perdura en el tiempo, en el infinito.

 


Diego Alejandro Gallegos Rojas (Loja-Ecuador). Ensayista y escritor. Máster en Derechos Fundamentales, Universidad Carlos III Madrid, España. Especialista Superior en Derechos Humanos Instructor de Desarrollo Humano, Mozambique, África. Observador Internacional de Derechos Humanos como Acompañante Ecuménico en Palestina e Israel. Como escritor ha publicado el libro de cuentos La orgía de los gusanos (2017).

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