Por Christian Enrique Martínez Tamayo
(Colaboración especial para Máquina Combinatoria)

La vida me sabe amarga, cansada,
espejos sonrientes, caras con polvo,
señorita de porcelana y oro,
de velas en espejo, enamorada.
Calles, lluvias, las luces empapadas,
el camino recto y el canto, solo,
yo que prefiero el nada por el todo,
y las musas perdidas en mi almohada.
Del silencio de una vela encendida,
ya no queda el lento paso del tiempo,
ni las ruinas de mis sueños vencidos.
La vida me sabe a nada, perdida,
como el mar con su destino en el viento
todo mengua, el sol, y el lento olvido.
Christian Enrique Martínez Tamayo nace en la ciudad de Loja, Ecuador, un 21 de febrero de 1996. Estudiante de arquitectura y eterno curioso por las artes, un poeta improvisado. Sus intereses específicos se orientan a la revisión de la música popular ecuatoriana de la primera década del siglo XX, particularmente del pasillo y su gran contenido literario que lo convierte en la poesía cantada por excelencia. Nacionalista radical, su objetivo es trabajar en el rescate y difusión del contenido literario de los imaginarios populares del ecuador y particularmente de Loja.