Por Mariana Falconí Samaniego
(Colaboración especial para Máquina Combinatoria)
PAZ nuestra de cada día
que estás pegada al costado
desgarrado de los pueblos,
de los hombres que te ignoran,
te destierran,
te enfrentan
al lado oscuro de la ciencia
cuando te acribillan
con rayos luminosos,
cuando te sumergen en el negro abismo
de la guerra y sus espantos.
Líbranos de nuestras propias iniquidades
en estos días lapidarios
no dejes que el humano caiga y levante
al filo de sus tentaciones,
con el mundo colgado de cabeza
ahogándose en sus miserias cotidianas.
Dónde está tu perfil de incendiaria
de vanidades y conciencias,
dónde quedó el sudario
con que pretenden enterrarte
victimarios tristemente célebres;
en qué parcela de vacíos
se perdió el hilo azul con que zurces
el alma.
Regresa a la piel de los orígenes
que hace al hombre solidario,
tu esencia es parte del milagro
que nos dejara el Nazareno,
el blancor de tu luz no puede esfumarse
en la niebla de las incomprensiones.
PAZ nuestra de todos los días
que vives sumergida en los oscuros
recovecos del cerebro,
retoma tu camino nuevamente
por el costado de una estrella,
extiende tus alados brazos y regresa
a este mundo paranoico,
donde los caínes agotan sus reservas,
donde los niños aún esperan
navidades permanentes,
vuelve a nosotros
con tu tren de agua pura,
con tus signos y señales
con tu perfume a limonero.
Vuelve, viajera de los tiempos,
¡Tu lugar está aquí!
¡En el centro del corazón humano!
Mariana Falconí Samaniego, Poeta y Narradora Ecuatoriana, escribe desde los 20 años en que descubrió la magia de la palabra. Tiene publicados 9 libros en poesía y 41 libros en cuento y novela infantil y juvenil. Su poesía ha sido traducida al portugués y francés y uno de sus cuentos infantiles fue traducido al chino mandarín. Pertenece a la Sociedad Ecuatoriana de Escritores y otros grupos culturales. Obtuvo el premio Nacional de Poesía Gabriela Mistral 2001.
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