Por María José Chiriboga
La casa y sus cimientos.
El olor del café recién hecho.
El recuerdo que le gana al olvido.
Y el sol que no ilumina lo suficiente.
La hiedra que se va tomando
todo espacio, toda luz, …la vida misma.
Y el horror de la noche, sí el horror
que no permite caminar libre,
solo llorar.
La casa de mis padres, que antaño fue hogar,
la casa de mi niñez que tanto quise,
hoy solo nostalgia y aprensión.
Y que como un ser vivo sigue manteniéndome cautiva.
¡Alguien que entre y me recuerde quien soy
para que me acuerde yo de ser libre!
Foto portada: https://pixabay.com/es/photos/coraz%C3%B3n-decoraci%C3%B3n-jard%C3%ADn-regadera-3288274/