Oswaldo José Castro Aldaro
(Colaboración especial para Máquina Combinatoria desde Perú)
1
Al embestir al caballo Palomón se tuerce el tobillo del cuarto trasero derecho. La primera picada lo coge distraído y la punta de fierro le perfora la carne. No hay dolor, pero siente que ha sido engañado. No le avisaron que así empezaba el juego. Le aseguraron que sería un paseo de ida y vuelta. Debía seguir los movimientos del trapo rojo y dejarse llevar por las indicaciones de la sombra que estaría delante. Al comienzo se asustó con el bullicio de la gente y la música estridente le destempló los tímpanos. Cuando abrieron el portón del ruedo enfrentó un mundo diferente al de las llanuras de su tierra. El sol le golpeó las retinas y activó los genes de su raza. Si se portaba bien regresaría a casa como alguien se lo insinuó.
Su más de media tonelada de peso fue suficiente para acorralar al equino contra la barrera de sol y rasparle el vientre con uno de los cuernos. De reojo vio la cara de terror del picador y perdonó la vida a su animal. Salió airoso del primer tercio y escuchó la ovación de los aficionados.
Palomón está preparado para este momento. Recibió excelentes cuidados veterinarios, comió el mejor forraje de la hacienda y durmió protegido en corrales limpios. Cierra el cartel del año y enfrenta a Toño Dorado. El sevillano es el engreído de la crítica por su fino arte, osadía, y temperamento. La belleza natural que esgrime derrite a las mujeres.
Al iniciar el segundo tercio los contrincantes ya cruzaron miradas y fuerzas en los lances iniciales. Toño Dorado observa a los banderilleros injuriando el morro de su oponente. Lo estudia tratando de descifrar la embestida enredada. Ignora que Palomón tiene una pata lesionada que lo hace desleal en el ataque. El último par de banderillas cae torcido, clavándose en uno de los flancos, Palomón levanta la cabeza intentando coger al desgraciado que lo ha claveteado de mala manera. El mozo salva el pellejo, pero Toño Dorado se preocupa más de la cuenta con este incidente. Desde la barrera el diestro sabe que la bestia no anda con miramientos y es capaz de meterle un buen susto. Palomón mostró ser más que el caballo y de haber querido se cargaba a uno de los tres insolentes.
El torero, embellecido por el sol, se dispone a despachar al cuadrúpedo. Palomón, hermoso con la sangre coagulada en la piel, ignora al tobillo hinchado y se planta frente al espada. Está listo para batallar por su vida. En los pastizales escuchó que si daba la talla le perdonaban la vida, regresaba a los campos, lo curaban y ofrecían como semental. Eso es lo que más quiere y llenar de hijos a la Florcita.
Por la cabeza de Toño Dorado solo pasa la imagen de Jackie, la rubia que sedujo en el bar del hotel y que no llevó a la cama por acostarse temprano. Está frustrado, tiene prisa por despachar a la bestia y largarse al jacuzzi con la mujer que acaba de conocer y que le hace barra desde las graderías.
2
Toño Dorado está en el centro de la plaza y el respetable lo aclama. Agradece con la montera y la deja caer. Rueda dando dos giros y queda mirando el suelo. El matador se estremece con lo sucedido y el escalofrío inesperado le recorre la espalda. Palomón también percibe la incomodidad de su enemigo y una sonrisa imperceptible asoma en su rostro adusto. Toño Dorado se recompone del momento y envía besitos volados a la rubia de su insomnio.
El traje de luces se levanta por encima de los ojos del toro, invitando con el capote al enfrentamiento. Palomón permanece estático, sin responder. Ve que el torero se acerca peligrosamente, azuzándole con el trapo oscuro. Palomón despierta del encantamiento y ataca. Es recibido con un pase de pecho, luego una verónica lo deja en ridículo y dos chicuelinas terminan de desairarlo. Los olés retumban en sus orejas y el diestro lo deja tranquilo para que se reponga. El animal siente el cansancio, pero se reanima y embiste maliciosamente. Toño Dorado lo humilla sin piedad y lo exhibe babeando. Hace una seña y cambia el arma por la espada matadora. Reinicia el juego mortal y Palomón experimenta el sudor frío de la muerte cercana. Nunca le explicaron cómo era la antesala y su instinto natural le indica que le queda poco de vida. No escucha el perdón bajando de los tendidos y se resigna al desenlace. Morirá y en el camino se llevará al matador.
Toño Dorado cuadra al noble toro, apunta el capote hacia sus pies y le baja la cabeza. Palomón está tan cerca y descubre que el hombre tiene el color de sus pastizales y que había soñado con él en las noches de lluvia. Es el fantasma que bajaba de los cerros para robarle a su Florcita y ahora se aproxima con una vara metálica brillante. Palomón se estremece y siente el fierro caliente que se hunde entre el corazón y los pulmones. En un acto reflejo instintivo levanta la testuz para espantar a la garceta que se ha posado sobre su piel y el tobillo adolorido le hace virar la cabeza. Este giro del destino introduce el cuerno izquierdo en el pecho de Toño Dorado. El diestro suelta el capote y aún empuña el arma. La mano libre coge el otro cuerno y sabe que si lo suelta morirá en el acto. Palomón lo mira y experimenta la sensación de cargar un peso extra. De sus fauces la sangre brota a borbotones y muere en cada respiración. El sevillano se sostiene de los cuernos y recibe el torrente sanguíneo que le va nublando la visión. Los dos caen sobre el suelo. Palomón yace con los cuartos doblados y Toño Dorado lo abraza mortalmente.
3
—¡No lo toquen! —ordena el cirujano de la plaza—. Toño morirá si los separamos.
Los tendidos guardan silencio sepulcral, la banda de música detiene el pasodoble y en la arena ensangrentada el caos y desconcierto alternan con las decisiones confusas de los médicos.
—El toro será decapitado para llevar a Toño —reafirma el cirujano y prosigue —: No hay otra forma de sacarlo de acá con vida.
Toño Dorado y Palomón escuchan la sentencia. El torero sabe que su vida pende del cuerno incrustado a pocos centímetros del corazón y que el mínimo movimiento cambiará la dirección del trayecto fatídico. Escucha cómo la respiración del animal se lentifica y levantando la vista recibe la mirada turbia de Palomón. El toro parpadea y el juego de sus pupilas marchitas le pide perdón y responsabiliza al tobillo enfermo por la embestida deshonesta. Resopla tristemente y sus ojos negros le dicen al asesino que su inmovilidad lo mantiene vivo. Le solicita, en medio de la nebulosa que lo va sacando del ruedo, una caricia de agradecimiento. Toño Dorado suelta el cuerno que le roza la mejilla y soba los pelos hirsutos de la bestia. Palomón ya está rumbo a su campiña y los párpados abiertos traslucen la mirada que nunca le dará a Florcita y se queda mirando fijamente a su verdugo.
Toño, caminando por el hilo inestable de la agonía, reagrupa fuerzas y ruega al enfermero que intenta colocarle suero en la mano libre:
—Ciérrele los párpados, por favor.
Oswaldo José Castro Aldaro. Piura, Perú. Médico-Cirujano. Administrador de “Escribideces-Oswaldo Castro” (Facebook) y colaborador con “Fantasmas extemporáneos” (relatos cortos), “Fantasmas trashumantes” (mini relatos) y “Fantasmas desubicados” (micro relatos). Publicaciones en Ucronías Perú, Revistas Cuenta Artes, Molok, Aeternum, The wax, El Narratorio, Espejo Humeante, Penumbria, Nocturnario, Círculo de Lovecraft, Ibidem, Fantastique, Historias Pulp, El callejón de las once esquinas, miNatura, Demencia, Al borde de la caverna, Cathartes, Mal de ojo, Poiesis. Colaborador en Me gusta escribir, Club de escritura el Sombrero de Unamuno, Escritores Amazon, La noche de los escritores del taller de escritura, El asilo de Arkham, En la web española Desafíos literarios. Columnista semanal en Létrica. Su cuento “JUNTA DE PROPIETARIOS” se incluye en la antología Voces Polisémicas de la Editorial peruana Polisemia (2017). Su cuento “PATERNIDAD” se incluye en la antología Cuentos peruanos sobre objetos malditos de la editorial peruana El Gato descalzo (2018). Su cuento “QUEROVILCAY” integra la Antología internacional de ciencia ficción y narrativa fantástica en un contexto neo indigenista publicado por PEN BOLIVIA (2018). Su cuento “EL ESQUELETO ANONIMO” integra la antología Excelencia de la Editorial argentina Equinoxio (2018). Su cuento “LA SIRENA” obtuvo el 1er. Lugar en el Certamen Internacional de Narrativa “Vientos del desierto”, diciembre 2018, de la Editorial argentina Equinoxio. Antologado en Grandes microrelatos de la Editorial argentina Equinoxio (2019). Su Cuento “HERENCIA JAMAIQUINA” integra la Antología “Brujas” de la editorial peruana El gato descalzo (2019).
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