Leonardo Chiriboga Correa
[Colaboración especial para Máquina Combinatoria]
—¡Y adiós —tú me dijiste, con lágrimas amargas—.
Me voy con mi tristeza, transida de un dolor…
Quién sabe cuándo vuelva con mi pesar a cargas,
¡envuelta en la pureza de nuestro tierno amor!
—Te vas de nuestro nido —te pude susurrar—.
Me cubres de tinieblas, te llevas mi alegría:
Arrancas hoy las flores que empiezan a brotar
Dejándome en la vida con cruel melancolía…
Entonces, en silencio quedamos de repente
Tus negros ojos húmedos tornaron a llorar
Diciendo en su lenguaje mil cosas, ten vehementemente.
Que más y más espinas supiéronme clavar;
y un algo misterioso latía vorazmente…
¡Tu nombre, como un eco, me puse a balbucear!
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